29 de enero de 2010

Entonces, incomprensiblemente, me eché a llorar convencido de que me había echado a reír
Juan José Millás


Amantes

Íntima, esa era esa la palabra que rondaba por mi cabeza como si se tratara de una relación predeterminada o de una manada de búfalos obstinados. Predeterminada por mí, no por ella que ni siquiera podía distinguir el origen de mi atrevimiento.
Me alineé a su izquierda, tuve la reacción instintiva de una cría desesperada en busca de una cueva donde refugiarse. Se que no es prudente lanzarse sin más armas q una conducta deliberada, pero nadie aparta a un animal herido. Ella lo supo, por eso de ningún modo me sentí bajo amenaza, yo sólo quise aprovechar esa situación, no de mala fe, sino resignándome con gusto a sus cuidados.
No tuve tiempo de reflexionar, a la segunda palabra ya me había conquistado, me sentí lanzado como un transbordador y para cuando lo descubrí ya tenia marcas de ella por todo mi cuerpo.
Estaba al corriente de que mi situación por momentos la incomodaba, que mi lenguaje era por demás directo —aún dentro de un mismo idioma— Ella, manejaba la sutileza con excesiva confianza como para perder la fe en manos de un concepto que definiera sus emociones de una forma tan deliberada. Eso sería traicionarse y una mujer con evasivas jamás se animaría a tanto.
Con el tiempo aprendimos a preguntar de un modo cauto, tan solo para aclarar los puntos esenciales, ni siquiera para saber más uno del otro, creo que siempre hubo un pacto implícito donde todos los sobrantes dolían innecesariamente, por eso los evitábamos. Como si fueran tiempos de guerra había que racionar lo justo y necesario para sobrevivir, hoy pienso que la distribución no fue pareja, pero yo era un soldado raso y por sobre todas las cosas, un caballero. Por momentos todo se nos iba de las manos, si bien es cierto q debíamos querernos en forma ajustada, hubieron intentos de revolución, levantamiento de armas en donde comenzaba a vislumbrarse la esperanza de una vida diferente, como si fuéramos nosotros mismos los encargados de abrir la jaula y cerrarla; miseria que se nos juntaba de un costado y del otro sin ser capaces de asomar la cabeza para determinar el bando. Eran solo instantes de sospecha (los dos creíamos fervientemente en la pasión) pero eso no bastaba para sostener un cambio. Así que continuamos, bajo la apariencia apacible de la indiferencia, con la mayoría de palabras neutras, sin importar que tan lejos o tan cerca estuviéramos de confesar la verdad. Ella me acercaba a mi mismo que era lo más difícil de enfrentar y yo disfrutaba con aprehensión de ese juego perverso del autoconocimiento.
Hubieron momentos de gloria, la noche que reímos de corrido y las charlas que morían en un sillón bajo los efectos del alcohol y el delirio de creernos sabios, honrados e inteligentes. Eso era sólo un relámpago, una gota de agua en un estanque colmado.
Después venia el resto, el resto era todo excepto ese instante.
Me pregunto, ¿qué pasaría si un día decidimos quitar el sillón? tal vez ya nada funcione, la vida necesita un lugar donde apoyarse.

26 de enero de 2010

Soñarte, con los ojos de mil maneras, abiertos, cerrados, con lágrimas, con el sudor de lo inaccesible...


Me dijiste q los peces azules necesitaban un lugar donde esconderse para no ser devorados.
Yo no sabia q podían ser devorados, pero de inmediato les construí una fuente repleta de algas con piedras de colores.
Me agradeciste el gesto, no el de la fuente, sino el de haberte creído sin preguntar demasiado.

24 de enero de 2010


RAMITO DE AZAHARES...o percibir como suceden las cosas a través de los sentidos.

Nos contábamos las verdades al revés, es mentira que nos ocultábamos historias. La mentira no es tuya sino del ojo con que te miro. Prometo cambiar de lente y ver la realidad. Mientras tanto, muevo la reina, pido la cuenta, me levanto y me voy.
Bendito sea aquel llamado el día siguiente a mi desplante, y yo, que me deshago de júbilo te llevo a mi mente como el hombre de mis sueños. A matar o morir de pasión o de celos, a bailar el vals que vienen coreando los últimos deseos (esa canción tarareaba mientras te esperaba). Tan mediático todo que hacen falta raíces para volver a las serenatas.
Invoco tu calma haciendo un berrinche, y vos, todo un caballero, desembocás en la propia puerta de mi falta de fé, me abrazás toda entera y salgo convencida que no sos ningún canalla, entonces me pido otra copa en honor a tu hombría. Pero eso sí, me quedo con las ganas de viajar al infierno enredada en tus huesos. De alguna manera me alegra que fueras un tipo cortés, hay tantos dementes queriendo tender emboscadas que ya no soporto los espejitos de colores ni el pez volador que me transporta de lado a lado del cielo. Por fin con vos que nada prometés mas que tu ausencia en mi almohada iré abriendo caminos aunque de por perdidas las últimas jugadas. Te digo que cuando estoy sola repito que es mentira la lente con que te miro.
Mis amigos, que saben la verdad, como yo la de ellos, no tragan monedas ni te cuelgan medallas, porque ellos saben que en mi vida estoy harta de esperar . Y mi auto que parece un barco, pisa todo los charcos y a punto de recogerte te veo en esa esquina con un poco más de pinta que la vez anterior. Desemboco en una calle solitaria y pienso que ojalá no fueras a evitarme, pero dependo de la buena puntería de Guillermo Tell. Tu cabeza que no deja de dar vueltas parece un fandango de gitanos en donde todos danzamos en él.
Un domingo más y se desvela otro cuadro de tu rutina. Te cruzás desnudo al baño, se terminó la noche de tu coartada y estás condenado a pensar (son demasiadas ganas de volver a deslizarme entre tus sabanas mientras te imagino abatido). Estás acostumbrado a perder, a marcharte velozmente y a que de niño odiabas los espejos. Querés hacer trampa, saltear una etapa y volver a empezar, pero el pecado no nació para vos. Así que de momento y sin faltar a una clase aprenderás a superar esa vida encantada que en realidad nunca lo fue. Y yo que de a ratos sufro hasta los huesos no te cambiaría ni te engañaría. Sin embargo ningún príncipe encantado besará esta vez mi boca. Por lo tanto así estaremos entregándonos de a poco y en algún descuido me hablarás de amor, sabiendo ocultar esa palabra que colgaste de su cuello para enmudecer tu rabia. Vestido de explorador harás algunos intentos y una tarde en la que me cure de tanto desaliento comprenderé el juego en que a veces se gana o se pierde.
No será inoportuno, abrir la puerta, quitarte la corona y dejarte escapar.
Y la vida que es un block de sucesos que se apilan, habrá cambiado de hoja y vuelto a empezar.

20 de enero de 2010

Sé que no te perdí sin haberte abrazado, regalado un helado o hacerte reír...
A mi abuela Rosa


Alzheimer

Fuera acaso una tarde
en que ella se sumó al olvido
o se hizo la distraída
para no confesar sus años
Desde su agonía
fueron más penas de las que hubiera querido recordar
Qué le pasa a mi abuela que tanto se distrae?
Acaso este oficio de vivir
es tan arduo de contar?
No responda a mi pregunta
yo también querré
olvidar.

19 de enero de 2010


Paul Auster

La habitación cerrada, de Trilogía de Nueva York (fragmento)

" Vagabundeé mentalmente durante varias semanas, buscando la manera de empezar. Toda vida es inexplicable me repetía. Por muchos hechos que cuenten; por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito nació aquí y fue allá; que hizo esto y aquello, que se casó con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivió, que murió, que dejo tras sí estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchábamos de niños. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer esto sustituimos a la persona del relato, fingiendo que podemos entenderle porque nos entendemos a nosotros mismos. Esto es una superchería. Existimos para nosotros mismos, quizá, y a veces incluso vislumbramos quiénes somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continúan; nos volvemos cada vez más opacos; más y más conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la frontera que lo separa del otro por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a si mismo. "

16 de enero de 2010

el sexo es el consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor
Gabriel García Márquez

LA PROSTITUTA QUE SOÑABA CON MAS

Cuando debajo de su falda las circunstancias le pedían paciencia, ella cerraba los ojos y resistía, pensaba en aquella isla desierta en donde el sol cegaba su vista, miraba el techo, soportaba el aliento pero anhelaba el mar.
De repente el peso cedía y ella volvía a recuperar el aire, no por mucho tiempo, sólo hasta el próximo llamado.

14 de enero de 2010

MUERTE POR ENCARGO

Ya lo dijo Cali una tarde: “nada volvió a ser gracioso desde aquel episodio”, es cierto, pero decidimos seguir, como si fuéramos un tren de carga obligado a permanecer en las vías… “de la extinción”, agregaría Cali
Cali era de esos tipos q te dejaban pensando en lo mal q estás haciendo todo.
La noche que habíamos decidido matar a Tracy fue de común acuerdo, esas cosas se olvidan a la hora de encontrar un culpable, como si la culpabilidad fuera indivisible y no hubiera más opciones que acumular toda la responsabilidad de un solo lado. Obviamente que el autor material era yo, quién más, si en definitiva el que había empuñado el arma, apuntado y apretado el gatillo no había sido otro mas que yo. Pero ¿qué pasa con esa teoría del autor intelectual?, ¿de la responsabilidad compartida?, en definitiva la idea no había sido mía, yo no tenia pensamientos tan macabros, yo solamente realicé la ejecución como un niño obediente que no le dan los pantalones para contradecir una orden, sobre todo, porque Marta me convenció de que era un buen gesto y que si no lo hacía me sentiría muy mal. Ahora pienso que tal vez podríamos haber hecho las cosas de otra forma y evitar ese cuento retorcido de la conciencia.
La noche que ella se acostó con otro, también terminé siendo yo el culpable y hasta me sentí mal por no haberle prestado la suficiente atención. En esa oportunidad Cali me dijo “Sos un pelotudo, ¿no ves que te metió los cuernos?” “pobre Marta” dije, mira lo que le hice, la descuidé, y Cali no tuvo más remedio que guardar silencio.
Con el tiempo me di cuenta de que Cali era, además de un amigo, un sabio. Yo no estaba preparado para aceptar que mi esposa me fuera infiel, pero bueno, son cosas que suceden. Ahora lo que no le iba a permitir es que me tratara de asesino, la perra se estaba muriendo, ella me lo pidió.
Acababa de pisar a Tracy con el auto.
Marta tenía esas cosas, me pregunto si serán comunes a todas las mujeres, yo no había conocido muchas, estaba con ella desde mi fiesta de egresados y en el colegio tampoco había tanto para elegir. Es triste pensar que me quedé con Marta por que no había demasiado para elegir, como si ella hubiera sido el mal menor, pero es cierto.
Ahora es fácil decirlo, pero en ese momento yo la amaba o no la amaba pero creía que la amaba y para el caso es lo mismo… Lo cierto es que Tracy estaba muerta, Marta me lo había pedido, yo la había sacrificado pero ella la había pisado con el auto. La vida es injusta, todo se complica cuando llegas a ciertos límites. Tu mujer te pide cosas que al instante ya no desea, vos te cuestionás lo que tenés y el resto te juzga o se calla pero nunca te da una mano.
Como diría Cali “si nunca vamos a ser felices por lo menos emborrachémonos cada tanto”…y ahí nomás destapamos una botella de vino.