"Quisiera estar en otra parte, mejor en otra piel, y averiguar si desde allí la vida, por las ventanas de otros ojos, se ve así de grotesca algunas tardes"
Angel González
El cielo se prende fuego y llueve la tierra de cara al sol. El viento hiere con lanzas tibias y no hay quien traduzca al mundo en la oscuridad.
Oprimo los dientes y aprendo a no llorar cuando veo que la luna se deshace en mis manos, pero me dan ganas de gritar tu nombre para culparte.
Por qué no me detienes cuando salgo corriendo de quererte, de heridas chorreando de pena, de manos sujetas y océanos de piedra.
Un puñado del mundo arrojado a mi costado, como si fueran perdigones de soledades o de recuerdos.
Decenas de pájaros tragan las pruebas y vuelan ciegos hasta estrellarse de culpa. Los niños preguntan por Dios y sonríen cuando alguien les mencione la fe -aunque ya habrá espacio para desechar las falsedades-.
Almaceno ilusiones y por enésima vez me declaro inocente de robarle temores a mis ojos.
La cicatriz que tanto pasó de largo hoy se detiene obligándome a llorar.
Creo que ya es tiempo de gritar “embustero” sin salir corriendo a mis espaldas.
23 de julio de 2010
15 de julio de 2010
Quizá volvamos a tropezar,
pero allí donde me abandonaste
no volverás a encontrarme
Bertolt Brecht
Empezó a quererlo como a una casa abandonada y se asfixió buscando un hueco por donde respirarlo. Trató de estabilizar la emoción de sentirse ajena pero se volvió tan lejana que ya ni siquiera lo reconoció. Le faltaba el oxígeno y en su cautiverio ya todo le daba lo mismo.
Perdió la pista mientras olvidaba su nombre en algún descuido, fue la forma de quejarse cuando lo vio correr a sus espaldas.
pero allí donde me abandonaste
no volverás a encontrarme
Bertolt Brecht
Empezó a quererlo como a una casa abandonada y se asfixió buscando un hueco por donde respirarlo. Trató de estabilizar la emoción de sentirse ajena pero se volvió tan lejana que ya ni siquiera lo reconoció. Le faltaba el oxígeno y en su cautiverio ya todo le daba lo mismo.
Perdió la pista mientras olvidaba su nombre en algún descuido, fue la forma de quejarse cuando lo vio correr a sus espaldas.
4 de julio de 2010
Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos(...) Julio Cortázar
Te caíste de la casita del árbol y llorabas a los gritos mientras las gotas de sangre caían por tu remera… y yo que tanto sufría por tus heridas prometí que si te calmabas te regalaba mi bicicleta azul. Era cierto, te quería, pero darte mi bicicleta azul era mas un cumplido que una verdad. Dejaste de llorar y me la pediste. Te la di, aunque ese día a los 8 años aprendí que no se prometen juguetes en nombre del amor.
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