25 de enero de 2011

Ahora sé
que estas calles nos han hecho solitarios
y nuestro corazón
tiene el pulso amarillo
de las maderas lentas de un tranvía.
Luis García Montero


Apiló un esfuerzo grande cómo una torre de alfajores de maicena.
Se trepó, la miró con ojos de plata y aumentó el artilugio para convencerla que no la extrañaba.
No fue fácil mentir, en realidad se volvíó un gris extremo y ningún color volvió a ser discutido. Mucho menos el tono azul de sus ojos que pasó a tener otro estado de ánimo.
Fue absurdo contarlo y que le crea, pero fue cierto. Se lo juró por el cuento de los conejitos, el mismo que lo hizo llorar en la parte que atrapaban a la mamá coneja. Resulta que al final estaba viva. Con esas cosas no se juega -pensó- y menos inventar esas historias para chicos. Igual se lo juró por su infancia, por toda la cría y hasta por el lago de los cisnes. 
Sintió que no estaba bien que se fuera pero mucho menos retenerla, por eso la dejó partir, aunque el peso cayera de su lado y la verdad estuviera desierta. Partir no es alejarse -sintió- sino cortar el mundo en dos.Mientras de un lado se vive del otro se aprende a sobrevivir. 
El está del lado de los que respiran mientras el  tiempo lo ayuda a olvidar.

Ella...quien sabe.

La moneda sigue girando mientras el viento la deja caer.

7 de enero de 2011

Ella quiso que él fuera un sujeto que no estuviera sujeto a nada. Por eso una tarde le dejó una carta sobre la mesa y se marchó. Ël no supo entenderla hasta pasado un tiempo.
La carta comenzaba así:


“No soy ese escondite donde se guardan todas tus miserias, entiendo de penas pero no conservo la magia de hacerte reír aún con los ojos agrietados...de llorarte. Me duele haberme apartado, no sé que fue o tal vez sucedieron tantas cosas que ya no vale enumerar. No quiero estar mientras los pájaros me informan que hay otro cielo, tampoco puedo cargar tu cuerpo casi muerto de ilusiones ni tus ganas de enfrentar al mundo subido a unos zancos. Para no tocar el suelo -me dijiste- contaminado  -agregaste- yo interpreté que era hermoso pero se necesita más que eso para vivir. Por ejemplo, apoyar de vez en cuando los zapatos en el asfalto. Es fácil cuando se tienen resueltas las necesidades básicas, pero me gustaría admirar tus propias iniciativas mientras escucho de tu boca que me relaje. Que me relaje sería una especie de bálsamo en donde yo descansaría de tantas responsabilidades, en cambio debo pensar por vos, por mí y por el resto que nos une.
No te juzgo, sólo que ya entendí que el poder y el control no son parte de una relación. Tampoco me da para tirarte un salvavidas detrás del otro evitando que aprendas a salvarte.
Me pregunto si en medio de tantos cabos sueltos algún día podrás atarte a la vida. Sin depender, ni agradecer más de la cuenta. Hay una luna en cada esquina esperando a que gires. Es la intención, la mirada puesta en el infinito, es la magia de saberse libre, si es que por libre entendemos nuestra propia manera de recorrer el mundo..."