5 de mayo de 2010

Si ahora digo amor tal vez no diga que la ausencia me mira del fondo de tus ojos...

Armando Tejada Gomez



Se dio cuenta que su despedida no incluía una nota por encima de la mesa, simplemente oyó el portazo mientras Renzo pronunciaba su nombre y maldecía al resto de su familia.
Con disimulo echó una mirada por la mirilla, no había rastros, como si se lo hubiera devorado el ascensor o tragado la escalera. Tenía buen talento para desaparecer, pero por lo que realmente se destacaba era por su manera de borrar huellas y volver como si nada.
El día que se conocieron Renzo se la pasó mirándole las tetas mientras Pía en su mente repetía sistemáticamente “hey lindo, estoy acá, unos centímetros mas arriba de tu mirada….”
Hay combinaciones imposibles para una primera cita, y esa fue una de ellas, pero siguieron, como siguen las autopistas o los trenes. El era predecible al extremo, burdo y poco audaz, ella se reía de él y él creía tenerla en un puño.
El quería que lo necesitara, ser imprescindible, asi que se acostumbraron a poseerse y a depender uno del otro, eso sí, por las noches se llenaban de palabras bonitas para saber todo lo q no pensaban darse.

3 comentarios:

  1. Demasiado desencuentro para no hundirse en la soledad. Me gustó eso de:

    "Hay combinaciones imposibles para una primera cita, y esa fue una de ellas, pero siguieron, como siguen las autopistas o los trenes".

    Saludos

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  2. Horacio
    Como si los trenes pudieran evitar estaciones...pero nosotros sí podemos elegir en que estación bajar, no?

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  3. Hay relaciones que bien justifican la soledad.
    Solo hay que estar preparados para viajar solos, lijeros de equipaje.
    Noto que disfruto tanto de estos viejos textos tuyos como de los últimos, una buena excusa para remontar principios.
    besosnuevos

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